La pérdida de alimentos y su impacto ambiental: Fuente oculta de emisiones de metano

Ad portas de la temporada navideña y año nuevo, nos enfrentamos a una problemática típica de estas fechas: el desperdicio de alimentos. Esto presenta un desafío, ya que está directamente relacionado con la emisión de metano, el cual genera más contaminación ambiental.

La pérdida y desperdicio de alimentos no solo representa un problema ético y económico, sino también un desafío ambiental de gran magnitud. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio de los alimentos producidos a nivel mundial se pierde o se desperdicia cada año, generando una serie de impactos ambientales, entre ellos, la emisión de gases de efecto invernadero como el metano.

El metano (CH₄) es un gas de efecto invernadero que, aunque se encuentra en menores concentraciones que el dióxido de carbono (CO₂), tiene un poder de calentamiento global más de 25 veces mayor en un período de 100 años. 

Cuando los alimentos se desperdician y terminan en vertederos, su descomposición anaeróbica (en ausencia de oxígeno), genera grandes cantidades de metano, convirtiendo estos espacios en una de las principales fuentes de emisión de este gas a nivel global.

Desde la Oficina de Políticas Agrarias (Odepa), Javiera Herrera, jefa del Departamento de Sustentabilidad y Cambio Climático, indicó que “la pérdida de alimentos también tiene impactos ambientales elevados como la producción de gas metano después de esos alimentos que quedan en los rellenos sanitarios, así que el llamado es evitar esas pérdidas y evitar esos desperdicios”.

La pérdida de alimentos también representa un derroche de los recursos utilizados en su producción, como agua, suelo, energía y mano de obra. Producir alimentos que nunca se consumen equivale a desperdiciar cerca de 250 km³ de agua dulce al año.

Por otro lado, la energía utilizada para cultivar, procesar y transportar alimentos no consumidos genera emisiones innecesarias de CO₂, agravando aún más el cambio climático. 

Además la expansión agrícola para producir alimentos contribuye a la deforestación y pérdida de hábitats, mientras que los desechos orgánicos aumentan la presión sobre los ecosistemas cercanos a los vertederos.

Desde instituciones como el ministerio de Agricultura han fomentado el consumo consciente, en esta línea el ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, señaló esta semana que “un tercio de los alimentos se desperdician, y eso es una irresponsabilidad total, por eso el llamado, en este mes importante de diciembre, la fiesta de navidad, a la solidaridad y la responsabilidad, en no desperdiciar los alimentos y saber compartirlos”.