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Por Marina Parisi , 6 de marzo de 2025 | 18:14

Al rescate de las semillas criollas de Chile, un patrimonio alimentario

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Las semillas criollas típicas de Chile cumplen un rol medular en la seguridad alimentaria y son el principal caballito de batalla contra los desafíos que plantea el cambio climático global. El problema es que se están perdiendo y hoy solo el 10% de los agricultores las cultiva.

Distintas variedades de semillas que antes abundaban en el agro chileno, ya no se cultivan poniendo en riesgo la sostenibilidad de la cadena alimentaria. Hay que rescatar este patrimonio y preservarlo antes que sea demasiado tarde, advierte María Isabel Manzur, Doctora en Zoología de la Universidad de Liverpool, Inglaterra, experta en Biodiversidad y Recursos Genéticos e integrante del directorio de la FSS (Fundación Sociedades Sustentables)

¿Qué semillas nativas en Chile se están perdiendo por la falta de cultivo?

Hay pérdida de variedades de maíz y papas, y ya no se cultiva algodón ni tampoco madia, mientras que el mango (Bromus mango) ya está extinto. Nuestra valiosa biodiversidad agrícola no está siendo adecuadamente valorada y conservada. El problema es que no contamos con datos concretos sobre su pérdida, pero la mayor parte de nuestras semillas criollas están en desuso. Sólo el 10% de los agricultores chilenos las utilizan.

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que el 75% de las semillas tradicionales en el mundo han desaparecido en los últimos 100 años, debido principalmente al reemplazo por variedades nuevas, que es un proceso muy intensivo y casi irreversible. 

¿Qué valor aportan las semillas criollas a la sustentabilidad de la cadena alimentaria?

Lo primero y muy importante es que aportan variedad frente a la uniformidad genética que amenaza la sustentabilidad de la industria agrícola a largo plazo. De igual forma, son vitales para la seguridad alimentaria y las hambrunas gracias, a que siempre permiten cosechas. Además, consumen bajos insumos y crecen en tierras marginales y pobres. 

Asimismo, las semillas nativas posibilitan que los agricultores seleccionen cultivos que se adaptan a las condiciones locales. Esto es de importancia crítica. La hambruna irlandesa de 1840 tuvo su origen en la uniformidad genética. Sus variedades de papas traídas de Sudamérica en el año 1500, no resistieron al hongo tizón o mildiu de la papa, que azotó a Irlanda ese año. Mas de un millón de personas murieron de hambre y otro millón emigró al Nuevo Mundo.

Entonces, ¿las semillas nativas luchan más eficientemente contra las plagas?

En efecto, ayudado al mejoramiento de los cultivos modernos. Se requiere de germoplasma nativo para mantener variedades modernas resistentes a las plagas y enfermedades que atacan a los principales cultivos. Las semillas nativas son cultivos muy resilientes e idóneos para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático global, gracias a que poseen rasgos de tolerancia a la sequía, frío, inundaciones, suelos salinos y otras condiciones adversas. 

De esta forma, las semillas criollas aportan a la sobrevivencia de las comunidades locales, especialmente aquellas que pierden sus variedades tradicionales y se hacen dependientes de semillas e insumos externos, lo que aumenta su dependencia con la agricultura, amenazando su sobrevivencia. 

¿Qué medidas público-privadas están fomentando el cultivo de semillas criollas?

La verdad es que hay muy pocas medidas para impulsar la conservación, el cultivo y uso de estas variedades. Sin embargo, existen algunas como los bancos de semillas del INIA; el Catalogo Digital de Semillas Tradicionales de Chile; la existencia de guardadores de semillas tradicionales; y la realización de intercambios de semillas

¿Y hay organizaciones ciudadanas que ayudan a la conservación?

Sí por supuesto, podemos destacar a Cet Sur, Cet Yumbel, Cet Chiloé, Anamuri, Asociación de Productores Orgánicos de Chiloé, Fundación Sociedades Sustentables (FSS), Red Semillas Libres y Fundación Biodiversidad Alimentaria, entre otras.

Por último, hay que mencionar los eventos gastronómicos con semillas tradicionales y los Libros de Patrimonio Alimentario de Chile de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA).

¿Qué otras acciones podrían materializarse para rescatar este patrimonio?

Crear una normativa para proteger las variedades tradicionales, fomentando su cultivo, multiplicación y uso, especialmente en la agricultura familiar campesina. Otras acciones son aumentar la disponibilidad de semillas tradicionales; regular el trueque o intercambio que no está mencionado en la Ley de Semillas, además de modificar esta última normativa. Hay que permitir que todas las variedades tradicionales se puedan comercializar en un sistema equivalente al de las semillas corrientes, sin la exigencia de registros formales, tal como hoy se exige a las hortalizas y flores. 

Por último, es muy importante crear bancos de semillas locales y difundir el intercambio de semillas. 

¿De qué forma puede ayudar el consumidor final?

Incluyendo en su dieta semillas en forma permanente: ajo chileno, ajo chilote, maíz choclero, maíz curagua, maíz diente de caballo, repollo corazón de buey, tomate limachino y papas chilotas, entre otras variedades de porotos.

Otra excelente forma de ayudar es convirtiéndose en un guardador de semillas y tener una huerta en casa, para así multiplicar las semillas y compartirlas.

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